Conductas desafiantes en niños

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No resulta extraño encontrar conductas desafiantes o de oposición a lo largo del desarrollo de cualquier niño. En la mayoría de los casos, si no existen factores de riesgo añadidos, la propia educación de los padres y demás agentes socializadores (escuela, familia, etc.) suelen reconducir estas manifestaciones hacia conductas normalizadas.  Sin embargo, hay un grupo de niños en los que esta conducta es perseverante en el tiempo y presenta una magnitud o forma que no se corresponde con lo esperado por su edad o cultura. Es, entonces, cuando podemos estar delante de un trastorno clínico. La conducta de oposición puede tomar diferentes formas, desde la pasividad extrema (no obedecer sistemáticamente mostrándose pasivo o inactivo) a sus formas más extremas, es decir, verbalizaciones negativas, insultos, hostilidad o resistencia física con agresividad hacia las figuras de autoridad, ya sean los propios padres, maestros o educadores.

Niños violentos, desafiantes. Pero no se trata de niños imposibles de tratar, a pesar que sean «intratables» a veces. Desde las respuestas impulsivas y agresivas de un niño que siente que su psiquismo estalla frente a las exigencias del mundo, hasta las dificultades de otro que no tolera las normas: todos son ubicados del mismo modo. A la vez, es frecuente que estos niños susciten la hostilidad de los adultos. Es decir, no se lo piensa como una conducta que suscita preguntas, que dice algo, sino como algo a acallar. Consideradas como un cuadro psicopatológico o como respuesta a una educación permisiva, las conductas de los niños que se oponen a las reglas escolares y familiares se piensan como algo a silenciar más que como un llamado a escuchar. 

Los psicólogos en la clínica con niños es necesario volver a los juegos, dibujos, modelados como forma de trabajo y de comunicación con los pequeños pacientes. Lo infantil se manifiesta a través de determinadas preguntas o, mejor dicho, a través de interrogar al Otro, como los múltiples «por qué» de los niños demuestran. Es la suma de todas estas posturas e intervenciones las que nos ayudaran a entender lo que le pasa al niño y a lo que nos quiere decir con su actitud.

La importancia de escuchar y estar atento a aquello que nos trasmiten los niños, a dar respuesta a lo oculto y al padecimiento, mediante la palabra, la escucha y el juego. No pensar en una causa única, en taponar y sobremedicalizar a los niños, o solo en reeducar aquello que no hace bien o que es por defecto orgánico o por no educar adecuadamente. 

En este vídeo en el que se entrevista a la psicoanalista infantil Beatriz Janin se puede ampliar mas información sobre el tema

 

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